En Cebú: segundo vídeo del viaje pastoral del Prelado

Mons. Fernando Ocáriz estuvo en Cebú del 3 al 5 de agosto, en la última parte de su viaje apostólico de 12 días a Filipinas. Desde allí voló a Indonesia, y el día 8 llegó a Australia y Nueva Zelanda.

4 de agosto   3 de agosto   30 de julio   28 de julio   27 de julio   26 de julio   25 de julio  Crónica del viaje a Australia y Nueva Zelanda


4 de agosto, viernes

A primera hora de la mañana, el Prelado celebró la Misa en el oratorio del Centro de Estudios de Banilad. Se dirigió después al adyacente Centro Banilad para el Desarrollo Profesional (BCPD), una escuela técnico-profesional que ha desempeñado un papel fundamental en la promoción de la autonomía de la mujer y la capacitación para la subsistencia de sectores vulnerables de la sociedad, como los pueblos indígenas, los jóvenes sin escolarizar y las personas con discapacidad.

Miembros del personal directivo le explicaron los diversos programas sociales de la escuela, varios de los cuales cuentan con el apoyo de organismos internacionales. Y le mostraron los planos de la escuela BCPD en Minglanilla, Cebú. Escribió en ella: "Con mis bendiciones" y firmó con su nombre. El Prelado les animó a continuar su labor en la escuela para que más mujeres, familias y comunidades se beneficien de sus programas sociales.

A continuación, Mons. Ocariz viajó al norte, a Talamban, para visitar el Instituto Técnico CITE. Esta escuela para la formación profesional de jóvenes, así como de personas que ya trabajan en la industria, comenzó en 1990 por impulso del beato Álvaro del Portillo, que estuvo en Cebú en 1987. El Prelado fue recibido por miembros del Patronato. 

En la entrada principal del nuevo Centro de Actividades, el coro del CITE cantó "Oh Kinabuhi" (Oh Vida), una pegadiza melodía visaya. Entraron en el vestíbulo principal, donde un busto del Beato Álvaro estaba adornado con flores: el Prelado se detuvo allí para rezar. En el Centro de Actividades -una nueva instalación para la formación humana, espiritual y profesional de estudiantes, antiguos alumnos y trabajadores de la industria- bendijo la capilla de esa instalación, recientemente terminada, en una sencilla ceremonia.

Familias, empleados, benefactores, miembros del profesorado y otras personas que forman parte de la comunidad del CITE le saludaron en su camino de la capilla al salón. Se presentaron a sí mismos, a sus hijos y a sus amigos. La familia Wong le regaló un icono de un ángel con el sello de CITE, obra de un pintor local. La familia King le regaló una maqueta de un velero local fundida en plata. Celso Pepito y su esposa le regalaron un cuadro original de san Josemaría y el beato Álvaro.

De regreso a Lahug, se reunió con familias y amigos de los colegios PAREF Southdale y Southcrest. Alumnos y profesores rezaron allí con él a la Virgen. Tras pasar por la capilla del colegio para saludar al Santísimo, el Padre bendijo la estatua de san Josemaría recién pintada en el paseo. Probó el telescopio del colegio, firmó con su nombre en una camiseta de la Jornada Mundial de la Juventud diseñada por los alumnos de Southcrest que participaron en la JMJ de Lisboa.

La reunión general del viernes 4 de agosto, a las 5 de la tarde, fue el momento culminante de la breve estancia del Prelado en Cebú. Fue una animada y emotiva reunión familiar de una hora de duración que tuvo lugar en el pabellón Oakridge. A primera hora de la tarde, el Padre visitó a Ben, director del Instituto Técnico CITE, enfermo desde hace algunas semanas en el Centro Médico de la Universidad de Cebú.


Tras la misa en el Centro Lahug, el Prelado partió hacia el aeropuerto, no sin antes hacerse una foto de grupo en la entrada principal, recreando una foto tomada con Mons. Javier Echevarría en el mismo lugar en 1998.

La estancia de menos de 48 horas del Prelado en Cebú fue corta e intensa, con muchas actividades y encuentros con personas de la Obra, familias y amigos. En resumen, lo que lo caracterizó todo fue el calor familiar, como comentó uno "más caliente que el sol de Cebú".

3 de agosto, jueves

Mons. Fernando Ocariz, prelado del Opus Dei, aterrizó en el aeropuerto internacional de Mactan Cebú poco antes del mediodía. Varias familias le dieron la bienvenida: un niño disfrazado de Datu Humabon y una niña vestida de reina Juana le entregaron algunos regalos. Humabon y Juana fueron los primeros filipinos conversos al cristianismo en 1521.

Un buen número de personas procedentes de varias ciudades de Visayas y Mindanao acudieron también al aeropuerto para saludarle personalmente. La última vez que el Prelado había estado en Cebú fue en 1998.

Mons. Ocáriz escuchó sus mensajes, agradeció los regalos Esos 20 minutos cálidos y familiares marcaron el tono de su estancia en Cebú.

En la residencia de Lahug, el Prelado se reunió con más familias de Iloilo, Bacolod, Cagayan de Oro y Davao. Compartieron sus historias y algunos le entregaron recuerdos hechos a mano. 

A media tarde, Mons. Ocariz visitó la escuela PAREF Springdale. Fue recibido por los miembros del Consejo de Administración de las escuelas de Cebú, el personal directivo de PAREF, los profesores y sus familias. Le mostraron el patio de la escuela, presidido por un bajorrelieve de bronce de la Sagrada Familia diseñado por un artista de Cebú llamado Celso Pepito. El director de la escuela señaló que el Niño Jesús del relieve está vestido como el Santo Niño de Cebú. Dos niños interpretaron una pieza de violín y una canción.

En la sala de reuniones de Springdale, el Prelado también tuvo una tertulia con unos 25 sacerdotes diocesanos. Entre ellos estaba el obispo Isabelo Abarquez de Calbayog (Samar). También estaban presentes sacerdotes de Cebú, Butuan y Leyte.

El Prelado les habló de la dignidad del ministerio sacerdotal, diciéndoles que los sacerdotes son Cristo en la tierra. Se refirió a la importancia de que los sacerdotes diocesanos vivan una profunda fraternidad entre ellos, y a la necesidad de prestar apoyo a los sacerdotes que a veces pueden sentirse solos en su ministerio.

Respondiendo a un miembro de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz que le preguntó "cómo ser buenos hijos de san Josemaría", aconsejó tratarlo con familiaridad y no tener miedo de pedirle cosas, además de esforzarse por ser fieles al espíritu que nos ha legado. Al final de la reunión, les pidió su bendición.

Santo Niño de Cebú

El Santo Niño ocupa un lugar especial en el corazón de los filipinos, especialmente de los de Cebú. El Prelado del Opus Dei visitó la Basílica Minore del Santo Niño de Cebú a última hora de la tarde. Fue recibido por el Hermano y la Hermana Mayor. También acudieron a darle la bienvenida familias de Sinulog y otras que procedían de Davao, Cagayan de Oro y Visayas Occidental. Antes de entrar en la basílica, el Prelado se detuvo para saludarles.

Los agustinos son los custodios de la basílica. El Padre Ion acompañó al Prelado a la segunda planta del convento agustino para rezar ante la estatua original del Santo Niño, que Fernando de Magallanes había regalado a Juana en 1521. Depositó flores en la base de la imagen.

30 de julio, domingo

El domingo 30 de julio de 2023, el prelado del Opus Dei tuvo un encuentro de una hora con un nutrido grupo de familias, miembros del Opus Dei y sus amigos en el Mall of Asia Arena.

El anuncio, hace más de un mes, de que el prelado del Opus Dei visitaría Filipinas suscitó la expectativa de un encuentro general con él, que pondría el broche de oro a su estancia de 12 días. El último viaje del Prelado a Filipinas tuvo lugar en 2008, cuando Mons. Javier Echevarría tuvo una tertulia general en el SMX Convention Center.

Las lluvias torrenciales intermitentes habían inundado partes de Metro Manila durante días, pero no mermaron el ánimo de las cerca de 7.000 personas que se congregaron en el Mall of Asia Arena en la mañana del 30 de julio.

“A pesar del tamaño del recinto y del número de personas, el ambiente era cálido y familiar”, comentó una mujer, compartiendo el sentir de todos.

La escenografía del escenario era la de un salón con sofás y sillas. A los lados había árboles autóctonos. El telón de fondo era una fotografía submarina de corales y peces en el mundialmente famoso arrecife de Tubattaha, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y situado en medio del mar de Sulu. El fondo aludía a uno de los pasajes evangélicos favoritos de san Josemaría Escrivá, en el que el Señor dice a Pedro y a los discípulos: Remad mar adentro (cf. Lc 5,4), una llamada a profundizar en la vida espiritual y apostólica.

Monseñor Fernando Ocáriz entró en la sala entre música folclórica filipina y expresiones de cariño.

La multitud se sentó y el Padre (como se le llama familiarmente en la Obra) comenzó reflexionando sobre el Evangelio de ese domingo. “¡Omnia in bonum! Todas las cosas cooperan para el bien”, dijo. A pesar del sufrimiento, de las dificultades y de nuestras debilidades personales, “descubramos que Dios está con nosotros y ésta será la fuente de nuestra felicidad”, afirmó.

En un signo de amor filial compartido con san Josemaría y sus sucesores, Mons. Ocáriz pidió a continuación a los asistentes que rezaran por el Papa Francisco. “No sabemos exactamente lo que tiene en su mente y en su corazón, pero podemos imaginar que lleva un gran peso sobre sus hombros”, reflexionó. Recordó las muchas veces que el Papa Francisco pide a la gente “¡Rezad por mí!”. “Él cuenta con las oraciones de cada uno”, dijo monseñor Ocáriz.

Santificar las actividades humanas

Ana, aficionada al deporte,explicó que sabía que el Padre jugaba al tenis. El prelado comentó que las actividades humanas como el deporte y el trabajo pueden transformarse en un diálogo con Dios.

“Es una cuestión de fe. Podemos ofrecer todo a Dios, incluso el deporte”, dijo. Y añadió: “Encontramos a Dios en la Eucaristía y en la oración, pero lo encontramos en todo. Dios está con nosotros y debemos esforzarnos por estar con Él, como Él está con nosotros”.

Fue entonces cuando un padre y su hijo subieron al escenario para regalarle una raqueta de tenis, ante la diversión de la multitud.

Empresario y marido

Ed, empresario, describió las dificultades por las que han pasado sus negocios en los últimos años: un incendio, la erupción volcánica, la pandemia y luego su mujer, que sufrió un derrame cerebral.

“Desde hace tres años, mi trabajo profesional consiste en cuidar de mi mujer, Corazón”, dijo Ed. Señalándola -se encontraba en una silla de ruedas a su lado-, continuó: “Ahora está conmigo y, gracias a Dios, está mejorando. Y nuestros negocios empiezan a recuperarse”.

Ed junto a su mujer, Corazón

Tras bendecirles desde el escenario, Mons. Ocáriz dijo que lo que le vino a la mente al escuchar la historia de Ed, fue la filiación divina. Sabernos hijas e hijos de Dios es la base del espíritu del Opus Dei y del mismo cristianismo.

El Prelado explicó que las dificultades y las pruebas nos hacen semejantes a Cristo en la Cruz, que eligió aceptar libremente el sufrimiento. “La filiación divina -añadió- nos ayuda a aceptar el sufrimiento con alegría”.

Un club de chicas como legado

Nora, que organiza las actividades del Rosas Girls Club, habló al Padre de este proyecto impulsado por una supernumeraria, ya fallecida. Su hijo y su hija siguen apoyando el club, que enseña a las niñas catecismo y habilidades para la vida.

A continuación, seis chicas jóvenes interpretaron una danza autóctona, llamada Itik-Itik, imitando a patitos (itik en filipino) que aletean alegremente. Como colofón de su actuación, se pusieron en fila para saludar al Padre apretando su mano contra la frente en el gesto “mano po" de respeto a los padres y los mayores.

Evangelización a través del cine y la televisión

Mel, una respetada guionista de televisión y cine, dijo que se esfuerza para reflejar en sus guiones los valores cristianos. Preguntó cómo los guionistas y otras personas creativas podían perseverar en su trabajo, nadando contra la corriente de una industria secularizada.

El Prelado le dijo que estaba implicada en algo muy importante. Le aconsejó que siguiera tratando personalmente con productores, directores y personas del sector

Abandono y oración

Al segundo bebé de Zita le diagnosticaron una enfermedad pulmonar y tenía dificultades para respirar. Tras meses de tratamiento médico, ella y su marido decidieron rezar al Beato Álvaro del Portillo por su curación.

Señalando al niño que gritaba en brazos de su padre, Zita le dijo: “Como ve, Padre, ya está muy bien”. Preguntó cómo estar serenos y unidos a Dios en medio de las pruebas.

Zita, junto a su marido y a su hijo

“Es una cuestión de fe. Omnia in bonum!”, respondió el prelado del Opus Dei. “Cristo dijo 'pedid y recibiréis'. Seguid rezando porque nada se pierde con la oración”, dijo. También le aconsejó que rezara a la Virgen cuando vengan dificultades, y que le pida que aumentara nuestra fe en que Dios está con nosotros. “Ella aumentará nuestra fe porque es nuestra Madre”.

Apostolado chino filipino

Ace, un chino filipino, habló primero en fukien y luego en inglés, diciendo que estaba muy contento de que el Padre estuviera aquí, añadiendo -para regocijo de la multitud- que debería “venir más a menudo”.

Habló del Frontier Development Group y de los retiros y clases mensuales que organizan en el barrio chino de Manila. Mencionó que, gracias a generosos benefactores, han estado cooperando para que sacerdotes de China continental puedan realizar sus estudios eclesiásticos en Filipinas, España y Roma. Mientras hablaba, el público prorrumpió en aplausos.

“Muy pronto tendremos un centro de actividades en Chinatown. Padre, hemos puesto el Mandatum Novum (Mandamiento Nuevo) en chino para ese futuro centro del Opus Dei. Nos gustaría que le pusiera el sello chino”, dijo Ace.

Ace (izquierda) y otros tres jóvenes del Frontier Development Group

Él y otros tres filipinos chinos trajeron entonces un pergamino con el Mandamiento Nuevo pintado en caligrafía china para que monseñor Ocáriz lo sellara con su firma en chino.

Luego cantaron la conmovedora canción popular china Yue liang dai biao wo de xin (La luna representa mi corazón). Ace explicó: “Queremos decirle que, sea cual sea la distancia entre nosotros aquí en Filipinas y usted en Roma, siempre habrá una luna que represente nuestro afecto por usted”. La canción emocionó a muchos.

Generosidad

Hablando de una reciente actividad de divulgación que sus amigos llevaron a cabo para ciegos, Jennifer dijo que valoró y se sintió agradecida por gozar de buena salud. Preguntó por el valor de la generosidad.

“La generosidad produce alegría”, dijo Mons. Ocáriz, animándola a perseverar en los actos de servicio, especialmente para los más necesitados. Le recordó lo que decía san Josemaría: “Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado”.

Supercooperador y vocación

Raffy y su mujer son cooperadores del Opus Dei. Raffy comenzó su pregunta preguntando si podría ser un “supercooperador” de por vida (los cooperadores no son miembros del Opus Dei). Ese comentario provocó en muchos de los asistentes risas y aplausos.

“Bromas aparte, continuó Raffy, ¿cómo puede uno saber si el Señor le llama a ser supernumerario del Opus Dei?”.

El Prelado, Mons. Fernando Ocáriz, durante un momento del encuentro en Manila

En la respuesta, el Padre le explicó: “Todo el mundo tiene una vocación. Dios tiene un plan en su mente para cada persona”. “San Josemaría, les recordó, predicaba que todos estamos llamados a la santidad. Depende de cada uno descubrir el camino de santidad al que Dios le llama”.

El Prelado explicó que, a la hora de discernir la propia vocación, Dios permite algún elemento de incertidumbre, porque quiere que cada uno decida libremente; que dé un salto de fe para entregarle su vida con generosidad. Al oír esa llamada, cada uno debe dar ese salto de fe con inteligencia, con la ayuda de la oración y la guía de un director espiritual. “Todos tenemos una vocación y a lo que Dios nos llama es lo mejor para hacernos santos”, concluyó el Prelado.

Eres tú

El colofón de la animada mañana lo puso la actuación de los mundialmente conocidos Philippine Madrigal Singers.

Mark, director del grupo, habló de cómo conoció la Obra durante sus años universitarios. Expresó su agradecimiento por las amistades y la formación continua que ha recibido en la Obra desde los años ochenta.

Mark Carpio y los Philippine Madrigal Singers interpretaron tres canciones

La música, dijo al Padre, “está en cada filipino”. La música une y trae la paz, dijo, mientras presentaba al coro, que ofreció una serenata al Padre y al público con tres canciones memorables: “Eres tú” (It's you), “Kay Ganda ng Ating Musika” (en filipino, “Qué hermosa es nuestra música”) y “Permission to Dance” (originalmente del grupo coreano BTS), que hizo que muchos de los asistentes cantaran, aplaudieran y bailaran al ritmo de la canción.

Antes de que el Padre impartiera su bendición para finalizar la reunión, se hizo una foto de grupo, al más puro estilo filipino. Los fotógrafos se apresuraron a subir al escenario para hacer la foto de grupo con el Prelado y todo el público del MOA Arena de fondo. El Padre dio su bendición a todos y, visiblemente feliz, terminó diciendo: “¡Muchas gracias!”.

28 de julio, viernes

Mons. Ocariz visitó por la mañana a algunos fieles enfermos y ancianos de la Prelatura en sus casas. Antes celebró la Misa en una capilla dedicada a Santa María Stella Orientis.

27 de julio, jueves

Por la mañana, Mons. Ocáriz recibió a algunas familias en el centro de Nueva Manila. Las familias compartieron sus historias y le mostraron fotos, que él bendijo. Además, se reunió con 40 estudiantes de la escuela PAREF Southrige que estaban a punto de partir hacia Lisboa para participar en la Jornada Mundial de la Juventud, que tendrá lugar del 1 al 6 de agosto. Vinieron con su equipamiento para la ocasión, y le regalaron una chaqueta al prelado. Éste les dijo que practicaran la fraternidad entre ellos y con las personas de otros países con las que iban a convivir durante esos días. Les recordó que seguramente encontrarían algunas dificultades en el camino y que podrían ofrecerlas por el Papa. A continuación, les dio la bendición para el viaje.

Por la tarde, el Prelado estuvo de nuevo en la Universidad de Asia y el Pacífico para una reunión con estudiantes varones y jóvenes profesionales que asisten a las actividades de formación en los centros del Opus Dei. Les dijo que las actividades formativas del Opus Dei no están para hacer a uno personalmente “perfecto”, sino para permitirnos amar más a Jesús. Mons. Ocáriz respondió a sus preguntas sobre temas relacionados con la amistad, el apostolado, la oración y el discernimiento vocacional.

26 de julio, miércoles

En la agenda del Prelado para este día, y para el inicio de su viaje apostólico a Filipinas, figuraba en primer lugar una peregrinación al Santuario Nacional de Nuestra Señora del Carmen, en Nueva Manila. Mons. Álvaro del Portillo hizo exactamente lo mismo en 1987, así como Mons. Javier Echevarría en 1998.

El Superior de los Padres Carmelitas le dio la bienvenida al Santuario. Mons. Ocáriz rezó el Rosario con Julio Diéguez, Vicario Regional del Opus Dei en Filipinas. Un pequeño grupo de fieles -que se encontraban en la iglesia esa mañana- les acompañó, pidiendo por los frutos apostólicos de este viaje.

Por la tarde, Mons. Ocáriz tuvo un encuentro con unas trescientas jóvenes estudiantes y profesionales reunidas en la Universidad de Asia y el Pacífico (UA&P), que asisten regularmente a las actividades de formación organizadas por los centros del Opus Dei en el país.

El Prelado les lanzó el reto de tomarse en serio la formación que reciben. “Es una responsabilidad gozosa, porque Dios cuenta con vosotras", les dijo. Y añadió: “Con la fuerza de vuestra oración y de vuestro trabajo, estáis haciendo mucho. En un mundo que a veces parece hostil a las cosas de Dios, id adelante, sin miedo". Hubo preguntas, anécdotas y cantos durante la reunión familiar, que duró 45 minutos.

25 de julio, martes

El Prelado fue recibido por Julio Diéguez, Vicario Regional del Opus Dei en Filipinas, y por algunas familias que acudieron a saludarle. Ronnie y Richelle presentaron a sus cinco hijos (foto), así como Paul y Denice. A continuación se trasladó a Nueva Manila, Quezon City, donde residirá estos días.

Está previsto que los días 26 y 27 de julio tenga encuentros especiales con estudiantes de la Universidad de Asia y el Pacífico (UA&P). También se reunirá con jóvenes que reciben formación en los centros del Opus Dei y que se preparan para asistir a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará del 1 al 6 de agosto en Lisboa (Portugal).

Mons. Ocariz también acudirá a visitar a enfermos y ancianos en diversos hogares de Manila. También conocerá dos centros de formación técnica impulsados por personas del Opus Dei, entre otros: Punlaan, situado en San Juan; y Dualtech, en Canlubang. Además, se reunirá con los responsables de los programas familiares Educhild y de las escuelas PAREF.

La tertulia general con familias filipinas será el domingo 30 de julio, a las 10.30 de la mañana, en el MOA Arena. Se esperan unas 9.000 personas.

A continuación, Mons. Ocariz volará a Cebú el 3 de agosto para estar con otras personas que reciben formación cristiana del Opus Dei. Visitará la Banilad School for Professional Development y el Center for Industrial Technology and Enterprise, escuelas técnicas para mujeres y hombres, respectivamente. Estos proyectos sociales han conseguido formar y dar empleo a jóvenes desfavorecidos de Bisayas y Mindanao.

El 5 de agosto, el Prelado volará primero a Indonesia, y después a Sydney y Nueva Zelanda.