De la villa a la universidad, de la mano de San Josemaría

Valeria, Celina, Belén y Beatriz se graduaron en diciembre pasado del colegio Buen Consejo, en Barracas, a 9 cuadras de la Villa 21 (una de las más grandes de la Capital, donde viven casi 50.000 personas). Todas las egresadas estudiarán una carrera. El diario Clarín publicó una nota el domingo 6 de marzo. Con ocasión de ella, ampliamos con más entrevistas y comentarios.

Tapa del suplemento Educación del domingo 6 de marzo

Valeria Puchi tiene 17 años y aprobó con excelentes calificaciones el curso de ingreso para estudiar Derecho en la Universidad Austral; acaba de empezar las clases. Una de sus mejores amigas, Celina Díaz Melo, tiene vocación de comunicadora y también arrancó su carrera en la Facultad de Comunicación de la misma universidad. Ambas serán beneficiadas con las Becas del Bicentenario otorgadas por la Austral a los mejores promedios de la secundaria.

Las dos tuvieron que luchar para abrirse camino en la vida, ayudando también a su familia. Los padres de Valeria son comerciantes, hacen reparto de gaseosas en la villa 21.24; pero como las cosas están difíciles, han decidido cerrar el negocio y poner un kiosco o un almacén, algo chico. Celina vivió con su mamá y su hermana menor en un cuarto alquilado en la villa durante la semana, mientras asistía al colegio; hoy vive en Lomas de Zamora.

Otras dos compañeras de clase, Belén Benítez y Beatriz, obtuvieron becas para estudiar Ciencias de la Comunicación y Contador Público respectivamente, en la UADE. Estas consisten en el pago del 100% de la cuota de la carrera más dinero para sus gastos mensuales.

Valeria Puchi

Casi la mitad de las 17 alumnas que egresaron este año del Buen Consejo viven dentro de la villa; el resto, en los alrededores, en la zona pobre de Barracas. Todas ya se anotaron para estudiar alguna carrera universitaria, salvo una que va a estudiar magisterio, carrera terciaria. La mayoría estudiará y trabajará.

El colegio, fundado en 1918, cuya formación espiritual está a cargo del Opus Dei desde 1986, busca la inclusión. La relación más estrecha con el ambiente de la villa surgió a mediados de los 90, años en los que la villa comenzó a crecer. “El objetivo es darles todas las herramientas a las alumnas para que puedan aspirar a más. Los padres que mandan a sus hijas al colegio no buscan solamente lo académico, buscan la contención, los valores humanos. Yo trabajo en otras instituciones también y se nota la diferencia”, dice Lidia Louzan, rectora de secundaria del colegio. “El Buen Consejo es una institución inclusiva que forma académica y humanamente a mujeres para trabajar, estudiar una carrera profesional y/o ser buenas madres de familia. Es una formación completa, integral”. En su tarea, el colegio trabaja en relación con las otras instituciones de la zona, por ejemplo, con la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé. El P. Pepe Di Paola, conocido por su lucha contra el paco en las villas, señaló a Clarín: “En el Buen Consejo hay transmisión de ideales y valores. Para integrar las villas al resto de la ciudad o para intentar que los chicos no caigan en la droga, en la violencia, es importante la escuela”.

El colegio se sustenta con donaciones de empresas y particulares que becan a las alumnas pagándoles una cuota mensual. Además, cada familia paga también una cuota, pero si no puede hacerlo, el colegio busca la forma de becarlas, conseguir un préstamo o lo que sea para que las chicas no tengan que dejar el colegio.

La mamá de Valeria terminó la secundaria pero no pudo estudiar una carrera universitaria porque necesitaba trabajar para ayudar a su familia. Su papá estudió cuatro años de ingeniería pero no pudo terminar por problemas económicos. Cuando Valeria tenía un año y medio asaltaron a su papá: le pegaron 4 tiros. Como resultado de ese hecho quedó en silla de ruedas. Ahora sus padres trabajan juntos en el negocio familiar, “mi mamá vendría a ser las piernas de esto y mi papá es la mente”, comenta Valeria.

Celina Díaz Melo

Celina no conoce a su papá; la dejó a su mamá cuando estaba embarazada. Un tiempo después su mamá se casó y tuvo otra hija, Sara, seis años menor que Celina, que también es alumna del Buen Consejo. Su mamá es paraguaya, sólo hizo hasta 6to grado, trabaja como empleada doméstica con una familia en Barrancas de Belgrano y cuida a un nene. Siempre soñaba con mandar a su hija a un colegio con formación cristiana, y que terminara de estudiar.

Beatriz y su familia vivieron durante 11 años en la Villa 21, mientras ella estaba en el colegio. Hace unos años, luego de mucho trabajo, sus padres pudieron construirse una casita a pocas cuadras de ahí, donde viven actualmente. Alberto, su papá, trabajó como repositor y tachero . Hoy está desempleado. Sólo había estudiado hasta 5to grado, pero hace unos años logró hacer los dos años que le faltaban para completar la primaria. Según su hija, estaba “muy orgulloso” porque obtuvo 9.50 de promedio. Isabel, su mamá, es empleada doméstica; hizo cuatro años de primaria y dejó el colegio.

Belén Benítez vive junto con sus padres, Pedro y Blasia, y su hermana Antonella, en una casa en la villa. Su papá es electricista y trabaja en una empresa haciendo mantenimiento de computadoras. Su mamá es ama de casa y además trabaja en una oficina haciendo la limpieza. Ambos son paraguayos y vinieron a vivir a Buenos Aires en la adolescencia. Se conocieron acá. Su mamá hizo la primaria y luego estudió para ser modista.

¿Qué tiene de especial el colegio Buen Consejo?

Celina: Cuando era más chiquita yo iba a otro jardín pero a mi mamá no le gustaba el ambiente. Mi tía vive en Barracas y todas mis primas iban a este colegio. Nosotros vivíamos en provincia pero cuando mi mamá vino a ver el colegio quedó fascinada, le encantó, vio a todas las chiquitas con uniforme, re contentas, y quería eso para mí. Al principio me vine a vivir con mi tía, que vive en la villa, durante la semana, para poder venir al colegio. Cuando estaba en 5to grado y mi hermana empezaba el jardín de infantes decidimos alquilar una pieza y venir a vivir acá para no tener que viajar tantas horas todos los días. El colegio para mí fue muy importante, la formación que te dan acá, es impresionante: en todas las aulas hay un crucifijo, una imagen de la Virgen. Y lo más importante es que te tratan como una persona, no sos un número más, un alumno más. A mí el colegio me dio mucho académicamente pero más como persona, me hizo crecer un montón. Mi mamá también me ayudó, pero en realidad pasaba más tiempo en el colegio y las profesoras, las tutoras, el Padre Pedro (Pedro Velasco Suárez, el capellán), me ayudaron mucho. Todos intentan hacerte crecer: quieren que crezcas en todo lo que sos. Por eso quiero devolver en algo lo que me dieron, como sea.

Beatriz

Beatriz: Fue el mejor colegio al que pude haber ido. Conozco chicos de mi edad que fueron a otros colegios y hoy están drogándose o robando en la calle, van por caminos por los que la educación no debería llevarlos. El Buen Consejo trata de llevar a los chicos en situación marginal o precaria hacia algo mejor; en el colegio te muestran que podés ir por buen camino, que podés llegar a hacer algo mejor de tu vida.

[Valeria y Belén comentaron sobre este tema en la nota de Clarín]

Valeria: Lo que más valoro del colegio es el trato de los profesores y las autoridades, no en todos los colegios te miman y se preocupan tanto por vos. Nos ayudan mucho a que seamos unidas.

Belén: "La diferencia está en la atención que dan en el colegio del Buen Consejo a todos los alumnos. Todos somos especiales ahí, recibimos el mismo trato y la misma atención", declaró en la nota de Clarín. A mí el colegio me ayudó a tener cada día más confianza en mí misma, conocerme, saber qué quiero para el día de mañana. Cada vez que tuve un problema hubo alguien del colegio para ayudarme y aconsejarme.

Belén Benítez

"En mi familia soy una de las primeras en ir a la facu”, dijo a Clarín. Quiero trabajar y que mi hermana también pueda estudiar. Sé que tuve más oportunidades que otras chicas en la villa. Hay muchas que no tienen el acompañamiento de sus padres.

Todos buscamos la felicidad y tenemos que buscar las cosas que nos enriquecen como personas. Soy demasiado afortunada, tengo vecinas a las que no les interesa estudiar o no saben qué quieren para sus vidas porque nadie las apoya. A mí me parece que por más que tengas mucho o poco, sé que el que quiere, puede. Mi papá y mi mamá me enseñaron que si uno se lo propone puede lograrlo. Si hay oportunidades hay que saber aprovecharlas porque el tren pasa una sola vez.

¿Cómo decidieron qué carrera estudiar?

Celina: Cuando era chiquita quería ser maestra. Después, en 7mo grado, con Vale (Valeria Puchi) nos agarró por el Derecho. Por mi parte, había empezado a ir a cursos de periodismo, talleres de redacción y de radio en un centro cultural y me encantaba, pero me habían pinchado el globo porque me habían dicho que ese era un ámbito muy difícil. Pero Dios me fue mostrando lo que era mi vocación. El Padre Pedro y una maestra de primaria, que es mi madrina de Confirmación, me decían que el periodismo y la comunicación era lo mío, porque soy bastante sociable, me gusta hablar mucho, y además me gusta escribir. Después, surgió en la parroquia de mi barrio la idea de hacer una estación de radio. El año pasado empezamos con un programa juvenil, y yo lo conduzco, se llama “Los jóvenes hablan de Dios”. Así Dios me fue mostrando lo que era lo mío y me convencí. Pero desde chiquita también tuve señales. En el colegio había una bibliotecaria, Graciela, que veía que leía mucho. Ella me había contado que había una Universidad que se llamaba “la Austral” que tenía que ver con el colegio (yo no entendía nada lo que era la Obra en ese momento) y que quizá, si era buena alumna hasta el secundario, me podían dar una beca para estudiar. Eso me motivó, me esforcé un montón, siempre intenté sacarme buenas notas y por suerte lo conseguí.

El colegio para mí fue muy importante, la formación que te dan acá, es impresionante: en todas las aulas hay un crucifijo, una imagen de la Virgen. Y lo más importante es que te tratan como una persona, no sos un número más, un alumno más.

Valeria: “Siempre me apasionó la abogacía, sobre todo Derecho Penal, para ayudar a otras personas. También estudio Profesorado de Inglés, me preparo con una profesora y voy dando las materias libres en el Lenguas Vivas”, dice en la nota de Clarín.

Beatriz: María, mi hermana mayor, estudió Marketing y ahora está haciendo Administración de Empresas. Yo terminé el colegio con el título de Perito Mercantil y durante la secundaria me encantaba la contabilidad. Me decidí por Contador Público, ojalá sea lo que espero y pueda terminar la carrera.

Belén: Hasta mitad de 5º año no supe que estudiar porque me gustaban muchas carreras. Soy de esas personas a las que les gusta todo. Elegí comunicación porque es una carrera muy amplia y se vincula con cosas que me gustan, por ejemplo: hablar, ser sociable… no soy tanto de escribir, pero muchas veces escribir me sirve también para expresarme. Me terminé de decidir concretamente cuando fui a la universidad y vi los contenidos que tenía esa carrera y me gustaron.

¿Cómo es tu familia? ¿Te apoyan con el estudio?

Valeria: Mi mamá es católica, mi papá es evangélico. Mi papá reza mucho, cuando tengo un examen mi papá dice: “Se van todos afuera, me dejan con Vale”, me agarra las manos y rezamos juntos. Hoy en día con todos los problemas que hay lo único que te queda es rezar. En mi casa siempre me animaron a seguir estudiando, siempre quisieron que aspirara a más, para que el día de mañana tuviera algo que me ayudara a valerme por mí misma, a trabajar por mis propios medios. No solamente busco ganar plata para mí sino ayudar a otra gente.

Beatriz: Mi mamá no terminó la primaria, mi papá la terminó de grande, hace poco. Ellos se esforzaron muchísimo para que nosotros pudiéramos estudiar, siempre buscaron darnos lo que ellos no tuvieron. Por eso están muy orgullosos de lo que conseguimos o estamos logrando. Además, ahora que conseguí la beca para estudiar, mi mamá me dijo que prefiere que no trabaje durante el primer año de la carrera, para poder dedicarme al estudio y ver cuánto tiempo me demanda. Luego veré.

Valeria, Celina y Belén

Celina: Mi mamá, de chiquitas, nos metió la idea de que el estudio era para nosotras, que a ella le gustaría que tuviéramos una carrera universitaria, pero no por ella, sino por nosotras mismas. No es de esas madres que te dicen todo el día: “Estudiá, estudiá”. Al principio, a mi mamá le daba miedo que estudiara en la Austral porque es una universidad privada, hay mucha gente con plata y capaz yo me sentía mal. Además, no entendía mucho el hecho de estudiar Comunicación, pero de a poco le voy explicando. El día que terminamos el colegio me dijo que estaba muy orgullosa de mí y que le gustaba que yo tome mis decisiones y no me deje llevar por lo que ella me decía, que fuera independiente y decidiera las cosas con razones y fundamentos. Por eso está un poco más convencida, cuando le dije que quería estudiar comunicación porque con eso podía llegar a más gente.

El Buen Consejo trata de llevar a los chicos en situación marginal o precaria hacia algo mejor; en el colegio te muestran que podés ir por buen camino, que podés llegar a hacer algo mejor de tu vida.

Belén: Mis padres siempre me apoyaron con lo que quise hacer, con un esfuerzo muy grande porque nada es gratis ni cae del cielo. Soy una persona muy inquieta, me gustan muchas cosas. Por ejemplo, les dije que quería estudiar inglés y me consiguieron un colegio de inglés. Me gusta mucho hacer deporte, y consiguieron un club donde juego al vóley, hoy soy federada. Me apoyan porque soy una persona a la que le gusta aprender mucho y a ellos les gusta eso. Me avalan en todo lo que me hace bien a mí y me ayudan a superar los obstáculos. También comparto mucho con mi hermana y trato de incentivarla para que haga cosas.

Para mí el deporte es muy importante en mi vida. Me pasaba estudiando y necesitaba encontrarme a mí misma, distraerme. En el vóley encontré eso. Desde chica me gustaba pero no se había dado la oportunidad de perfeccionarme. Siempre espero ansiosa que llegue el entrenamiento y empezar a correr porque me hace despejarme de todos mis problemas. Por más de que perdamos no la paso mal porque el grupo es muy lindo, siempre nos reímos, nos equivocamos pero nos reímos igual, salgo muy contenta de los entrenamientos…

¿Qué esperás para el futuro?

Valeria (comentarios en nota de Clarín): Estoy ilusionada, con muchas ganas. El esfuerzo sirve. Nunca hay que dejar de pelear por lo que se quiere. Sueño con levantar algún día un hogar para niños de la calle. Varias de mis compañeras me ayudarán. Es mi sueño máximo, poder decir: ya está, hice lo que tenía que hacer. Basta con subirse a un colectivo, mirar por la ventanilla y ver que hay nenes tapados con cartones. Se me parte el alma.

Beatriz: Por lo pronto quiero terminar la carrera y en el futuro me gustaría tener mi propia empresa, mostrar lo que puedo dar. Quiero crecer y llegar a más como una forma de agradecer a mis padres lo que hicieron por mí y por mis hermanos.

Antes quería ser maestra, pero me di cuenta de que uno puede enseñar en un aula, pero con un medio de comunicación se puede llegar a muchísima más gente.

Celina: Un día en una clase de catequesis la profesora nos había dicho que Dios nos había creado a todas con una misión, que nadie era una casualidad. Y ahí empecé a darme cuenta de que algo tenía que hacer, que por algo Dios me había puesto acá. Es más, desde chiquita jugaba y le decía a mi mamá: “Yo voy a ser alguien grande, acordáte, voy a hacer algo por los demás”. De chiquita leía mucho y había leído toda la serie de “Mujercitas”, donde una de las protagonistas, Jo, había puesto un colegio de varones y yo quería hacer eso. Eso es algo que quiero hacer, pero en general siento ganas de hacer algo bueno por los demás. Antes quería ser maestra, pero me di cuenta de que uno puede enseñar en un aula, pero con un medio de comunicación se puede llegar a muchísima más gente. Además, hay muchas cosas buenas que quizá no se dicen y hay que mostrarlas.

Belén: Si hay algo que me gusta es salir en la tele y sé que comunicación es una carrera que te permite eso. Si se da la posibilidad, me gustaría trabajar en un canal y disfrutar de lo que hago.