La caridad cristiana en el modo de hablar
Murmurar, criticar o difundir rumores puede ser ocasión para faltar gravemente a la caridad. Este editorial se hace eco de la invitación de Papa Francisco para no hablar el "idioma de la hipocresía".
Las virtudes, regalos de Dios
Necesitamos más fe, más esperanza, más caridad, asegura Mons. Álvaro del Portillo.
Ayudar a los demás
Mons. Álvaro del Portillo: "Un hijo de Dios tiene que estar preocupado por amar a todos los demás, por comprender a todos, por querer a todos".
Comprender, dialogar, querer
Más que en "dar", la caridad está en "comprender". —Por eso busca una excusa para tu prójimo —las hay siempre—, si tienes el deber de juzgar.
La mujer en la vida social
También en esos sectores puede dar la mujer una valiosa contribución, como persona, y siempre con las peculiaridades de su condición femenina; y lo hará así en la medida en que esté humana y profesionalmente preparada.
Fiesta de san Josemaría, un mensaje de caridad y servicio
El 26 de junio la Iglesia celebra la fiesta de san Josemaría, fundador del Opus Dei. Su vida es un modelo para muchos cristianos que buscan a Cristo en sus ocupaciones diarias. Juan Pablo II le llamó “el santo de lo ordinario”.
La compasión de Jesús
Si queremos ayudar a los demás, hemos de amarles con un amor que sea comprensión y entrega, afecto y voluntaria humildad. Así entenderemos por qué el Señor decidió resumir toda la Ley en ese doble mandamiento: el amor a Dios y el amor al prójimo, con todo nuestro corazón.
Trabajo del hogar
¡Es una cosa de primera importancia el trabajo en el hogar! Por lo demás, todos los trabajos pueden tener la misma calidad sobrenatural: no hay tareas grandes o pequeñas; todas son grandes, si se hacen por amor.
Humanizar el trabajo
La mujer está llamada a llevar a la familia, a la sociedad civil, a la Iglesia: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad.
La Eucaristía
Perfecto Dios y perfecto hombre, Señor de cielos y tierra, se nos ofrece como sustento, del modo más natural y ordinario. Así espera nuestro amor, desde hace casi dos mil años. Es mucho tiempo y no es mucho tiempo: porque, cuando hay amor, los días vuelan.