Los católicos no deben tener miedo de difundir el mensaje cristiano

“La santidad no está reservada a personas perfectas sino a la gente corriente que tiene que luchar contra sus debilidades y pecados” 16 de julio de 2000

Con cierta frecuencia los católicos carecen de confianza y seguridad para extender con decisión el mensaje cristiano, y caen en la tentación de “replegarse sobre sí mismos”, no comprometiéndose con la cultura en la que viven, señaló hace poco mons. Philip Wilson, obispo de Wollongong.

Se expresaba de este modo durante la Misa que celebró recientemente en la catedral de St. Mary para celebrar el veinticinco aniversario del fallecimiento del beato Josemaría Escrivá, fundador del Opus Dei, quien ha forjado una nueva espiritualidad para los laicos.

El obispo se manifestaba preocupado al constatar que en ocasiones los católicos no se atrevan con fortaleza a difundir el mensaje cristiano en que creen, y que sientan miedo ante la cultura dominante.

“El verdadero trabajo que se debe llevar a cabo para tener una influencia real en la sociedad en que vivimos es lograr que cada uno de nosotros nos tomemos seriamente la llamada del Señor a vivir la ‘santidad’”, precisó.

Mons. Wilson recordó a los presentes que los católicos están todos llamados, por el Bautismo, a ser santos. La visión de la vida humana que tenía el beato Josemaría nos recuerda que es posible encontrar la santidad en medio de las circunstancias ordinarias de nuestra existencia en medio del mundo”, añadió.

Mons. Wilson contó que había leído el libro de Butler, “La vida de los santos”, cada noche antes de acostarse y que esas vidas de santos le inspiraban. Pero confesó que, desafortunadamente, un buen número de esas narraciones presentaba la idea de que un camino único para alcanzar la santidad era el de abandonar el mundo. “Lo más interesante y poderoso en la visión del beato Josemaría es – dijo – que resulta posible alcanzar la santidad en nuestra vida ordinaria”.

“En la Iglesia, durante muchos años, se ha difundido la imagen que conduce a desconfiar del mundo. La gente ha tenido la impresión de que tener algo que ver con el mundo, o con los modos de vida ordinaria, resultaba peligroso”.

“Como consecuencia, el mundo se valoraba como algo que debía ser rechazado con el fin de hallar una modo despejado para crecer en santidad. En cambio, el beato Josemaría habla con frecuencia de una vida ordinaria llena de presencia de Dios... Señala que es posible tener una relación personal e íntima con nuestro Señor en el seno de nuestro quehacer ordinario”.

Mons. Wilson insistió en que la santidad no está reservada en absoluto a gente perfecta, sino que es algo que interroga a las personas normales y corrientes, que deben luchar contra sus debilidades y pecados.

Subrayó que una de las características del Concilio Vaticano II es “la llamada universal a la santidad”. Tras el Concilio, la Iglesia ha insistido en la idea de que la santidad es una meta para cualquier bautizado, que es un objetivo para todos y cada uno de nosotros.

Unas 2000 personas asistieron a la Misa, que fue concelebrada por 17 sacerdotes, en la catedral de St Mary.

El Opus Dei, una Prelatura de la Iglesia católica, fue fundado en 1928 por el beato Josemaría Escrivá con el objetivo de ayudar a los laicos a buscar la santidad en medio del mundo.

© The Catholic Weekly 2000

The Catholic Weekly (Sydney)