“El teatro para mí es encuentro”

Nazareth Díaz descubrió, luego de pasar un par de años por las ciencias políticas, que el teatro era su vida. Ahora se dedica a inspirar el amor a la actuación entre los más chicos.

“Para mí el teatro es algo muy especial, que me llena el corazón. Vivís otras vidas, sentís cosas muy fuertes cuando actuás y cuando salís del ensayo o de la obra te das cuenta de que no sos la misma que antes: te llevás algo nuevo, que te hace mejor”, así define Naza –como todos la llaman– lo que siente por el arte dramático.  

En cada ensayo y en cada obra podés crear y comunicar tantas cosas que pueden hacer la vida más linda, más humana; podés compartir la alegría, el dolor, el amor, el fracaso, la amistad, el reencuentro, la soledad…

“En el ambiente teatral, me encuentro con una sensibilidad muy grande por lo humano y por el arte. Esa es una de las cosas lindas del teatro, llegás a conocerte a vos misma y a valorar la intimidad de las personas que interactúan con vos, porque cada una tiene algo para dar”. 

Su camino se fue presentando poco a poco. Recién después de dedicar dos años al estudio de las Ciencias Políticas en la UCA vio con claridad que su vocación era el teatro y la actuación. Entonces, ingresó en la Universidad del Salvador y se recibió de Licenciada en Arte Dramático. “Lo más hermoso del teatro es que puede ayudar a las personas y promover la cultura. En cada ensayo y en cada obra podés crear y comunicar tantas cosas que pueden hacer la vida más linda, más humana; podés compartir la alegría, el dolor, el amor, el fracaso, la amistad, el reencuentro, la soledad… y así llegar al alma de muchas personas que, a través del teatro, pueden sentirse acompañadas, comprendidas, movidas a la reflexión. El teatro para mí es encuentro: primero, con vos misma, y después con tus compañeros de elenco, con otros actores y con el espectador. El teatro me mueve a estar con el otro", cuenta con naturalidad.

“Mi vida como profesora comenzó con un trabajo ad honorem en mi colegio. Esto me ayudó a descubrir el valor de transmitir el amor por la actuación a otros, y me llevó a cursar las materias del ciclo pedagógico”.

Desde entonces, no deja su pasión por enseñar teatro a chicos y chicas de todas las edades. Por ejemplo, todas las semanas participa en clubes para chicas entre 9 y 14 años organizados por chicas del Opus Dei: "Las personas que hacemos teatro sabemos que hay mucha entrega personal, mucha exposición de uno mismo, por eso a la hora de preparar las clases pienso en ese grupo de alumnas en particular con el que voy a trabajar, en cada una de las personas que lo integran, buscando la manera de que puedan dar lo mejor de ellas mismas, en que se sientan cómodas: que aprendan técnicas de actuación, que puedan expresarse y crear desde ellas mismas diferentes personajes, que aprendan a trabajar en equipo, y que sea un momento en que se diviertan mucho”.

Las chicas llegan al club, una vez por semana, después del colegio. Se las recibe con el té, se las ayuda a hacer la tarea, se les ofrecen charlas de formación cristiana y después pueden optar entre los talleres de pintura o de teatro.

Junto con una profesora de coreografía y otra de canto, Nazareth da clases a aquellas que optan por el taller de teatro. “Al finalizar el año presentamos una comedia musical. Trato de fomentar en las chicas el espíritu de servicio porque, al trabajar juntas, descubrimos que, a través de la obra, van a llevar mucha alegría a los espectadores y les van a hacer pasar un buen momento.”

“Para la Navidad pasada preparamos una puesta personal de “Cuento de Navidad” de Dickens. A la hora de decidir la obra que vamos a interpretar, me fijo mucho que exprese valores profundos, en este caso el perdón y la generosidad, que puedan remover en el corazón de actores y espectadores”. Con la obra de Dickens, la idea fue preparar una comedia musical que ayudara a reflexionar sobre la Navidad. Fue todo un éxito y el número de asistentes superó ampliamente lo esperado.

En primera persona: Mª Elena, mamá de Cata, Guada y Caro

Desde hace 8 años que envío a mis hijas a actividades y talleres que se organizan para chicas de su edad. Se respira en ellos un clima de alegría y amistad; tratan de inculcar en nuestras hijas el cariño por el trabajo bien hecho, hábitos de estudio, el aprovechamiento del tiempo con propuestas atractivas para su edad.

Sé que las tratan con mucho cariño y amor a la libertad, ayudándolas a crecer como personas respetando el modo de ser de cada una. Veo que mis hijas disfrutan de estos espacios y les encanta ir. Aprenden a conocerse y a conocer a las demás, desarrollan su potencial y van encontrando su lugar. Y, lo mejor de todo, es que las hace sentirse "importantes", fomentando una sana autoestima.

Entre muchos, estos son los motivos por los que elijo enviar a mis hijas a estos clubes. En ellos han aprendido guitarra, arte, comedia en un clima de alegría y amistad.