De Kenia a la NFL

Daniel Adongo, un defensor novato del equipo de fútbol americano Indianapolis Colts, cuenta que los valores espirituales y humanos que aprendió en el Strathmore School en Kenia lo ayudaron a realizar la difícil transición del rugby a la NFL (Liga Nacional de Fútbol Americano). Una historia publicada en “The Criterion”.

El año pasado, la vida de Daniel Adongo dio un giro de 180°. Dos veces.

Adongo, de 24 años, es un defensor del equipo Indianapolis Colts. Antes de que los Colts firmaran su contrato, en julio del 2013, el nativo de Kenia nunca había jugado fútbol americano y sabía poco del juego. En esa época era un exitoso jugador de rugby profesional en Sudáfrica. Su mundo cambió por completo cuando, en un golpe de fe, cruzó al otro lado del mundo para jugar un deporte -en su máximo nivel- que era completamente nuevo para él.

Adongo pasó la mayor parte de la temporada 2013 en el equipo de práctica de los Colts, aprendiendo lo básico del deporte. Jugó en unos pocos partidos al final de la temporada, en los que mostró un futuro muy prometedor.

Cuando empezó la temporada 2014, los analistas de la NFL se preguntaron qué sería de este joven jugador, novato en el deporte, pero con extraordinarias habilidades atléticas. Esas preguntas continúan sin respuesta. En el primer juego de la pretemporada contra los New York Jets, Adongo sufrió una lesión en el bíceps, lo que ocasionó que quedase fuera del campo por el resto de la temporada.

El mundo de Adongo volvió a dar una vuelta completa. Fue su fe católica lo que lo mantuvo con los pies firmes en la tierra a través de los distintos retos. “Mi fe no va a tambalear solamente porque me lesioné”, explicó a The Criterion, el diario de la arquidiócesis de Indianopolis. “Es parte del juego. No voy a regodearme en la decepción, absolutamente no. Estoy deseando redefinirme a mí mismo, encontrarme a mí mismo en este tiempo de desafíos, y buscar la mejor forma de hacer las cosas para volver más fuerte”.
Las raíces de la fe de Adongo se encuentran en su familia y su comunidad escolar de Nairobi, Kenia. Durante ocho años fue estudiante en la Strathmore School (LINK). Fundada en 1961, Strathmore provee una educación y formación espiritual muy importantes, de la que se encarga el Opus Dei. Esta formación también contribuyó a su deseo de destacarse en el deporte. “En el colegio siempre resaltaron que Dios dio a todos dones y talentos -explica-, y desarrollar esos talentos y dones es una forma de glorificar lo que Dios nos ha dado, y de darle gracias".
Pulir y perfeccionar los propios talentos muchas veces requiere sacrificio. Adongo vivió eso en Strathmore, cuenta el director John Muthiora, quién le enseñaba inglés al prometedor atleta. Muthiora especialmente notó el compromiso del joven una vez que vio sus tobillos abultados. “Después de clases, le pregunté que le había pasado en sus piernas, y me explicó que tenía pesas alrededor de los tobillos para hacer fitness”, contó Muthiora en una entrevista vía email. “Me sorprendió que un chico de 18 años anduviese con pesas en los tobillos durante todo el día”.

Muthiora también sabía que la fe de Adorno era lo que avivaba su disposición a realizar sacrificios. Todos los días, cuando Adongo llegaba al colegio, entraba a la capilla a rezar, una práctica que él y otros estudiantes solían repetir luego de almorzar. Iba a misa regularmente, y recibía acompañamiento espiritual por el capellán del colegio. “Cuando uno pone su alma en orden, todo lo demás también se acomoda”, explica Muthiora.
La carrera de Adongo en el rugby comenzó cuando todavía estaba en Strathmore. Jugó en las juveniles del seleccionado nacional de Kenia, y luego profesionalmente en Nueva Zelanda y Sudáfrica. Una carrera exitosa en el rugby parecía ser lo que Dios tenía planeado para él. Hasta que recibió una llamada de los Colts, presentándole lo que él llamó “una oportunidad de Dios”. “Yo no estaba buscando la oportunidad”, advierte Adongo. “Así que eso apunta a Dios desde mi punto de vista. Porque, más allá de ser un buen atleta, ¿cuáles eran las posibilidades de recibir un llamado del Indianopolis Colts?”
Una vez que firmó con los Colts, se dedicó a aprender cómo jugar al fútbol americano. Adongo se acercó a este plano inclinado de aprendizaje no solo desde una perspectiva intelectual y física, sino también espiritual, buscando ofrecer a Dios su trabajo en la cancha, en el gimnasio, y en las reuniones de equipo.
Ahora trabaja con los Colts en el día a día de la rehabilitación. Mientras el sueño de volver a jugar parece demorarse, Adongo no ignora que esta oportunidad es también una forma de dar gloria a Dios, incluso en el trabajo duro y escondido de la rehabilitación: “Todo lo que hago, lo ofrezco; lo hago para mí y lo hago para Dios”.

Desde que llegó a Estados Unidos, Adongo tuvo la oportunidad de poner su fe en acción a través de los proyectos sociales que los Colts impulsan en Indiana. “Dar algo a la comunidad es una forma de devolver lo que he recibido, sin importar donde sea. Sea en Indianopolis, sea en Nairobi o en Sudáfrica, no cambia si estoy en un país diferente. Mi fe es mi fe. Permanece igual”.
Lo que también permaneció igual, tanto en Kenia como en Indianopolis, fue la decisión de Adongo de vivir entre personas de diferentes orígenes. Esto comenzó para él en Strathmore “había personas protestantes, musulmanes, hindúes. Básicamente, eso nos enseñaba de forma natural a respetar otras religiones y las decisiones de los demás. Esa interacción me ayudó también a adaptarme rápidamente en cualquier lugar”.
Adongo volvió a Kenia luego de unirse a los Colts. Visitó Strathmore y animó a los estudiantes a desarrollar sus talentos tal como él lo había hecho: “Fue muy emocionante. Fue muy fuerte volver y hablar con los chicos, porque yo me senté en esas mismas sillas y tuve los mismos sueños”.